Para poder visitar mejor todos los sitios que nos hemos propuesto, dicidimos alquilar un coche ya que le í­bamos a sacar mucho mayor partido que estar dependiendo de horarios de otro tipo de transportes. Además, parece que en cuanto a dinero nos sale hasta mejor.

Para alquilar el coche, nos recomendaron que lo hiciésemos directamente desde España, que no esperásemos a hacerlo directamente desde Dinamarca, con lo que nos pusimos a ello. Visitando varias empresas de alquiler de coches, finalmente cogimos el que tení­a mejor precio, cuyas caracterí­sticas eran lo que necesitábamos, en Hertz. Cuando elegimos el tipo de coche, nos fuimos a lo económico que en el caso de la web poní­a «Ford Fiesta o similar». De sobra para viajar dos personas sin apenas equipaje.

Cuando llegamos a Hertz, tras dar un par de vueltas hasta que descubrimos que estaba dentro del concesionario de Volvo y Renault. Tras tener algún problema ya que parecí­a que no tení­an nuestro contrato, lo solucionaron y pasamos a coger nuestro «forfi o similar». Cual fue nuestra sorpresa cuando llegamos al coche, la mujer le dio al mando para abrirlo y no era nuestro esperado «forfi», sino un flamante Volvo V50 nuevecito. Apenas 13.000 kilómetros, diesel, climatizador, asientos de cuero, BLIS (Blind Spot Information System, sistema de información sobre puntos muertos; básicamente un sistema con el que detecta cuando un vehí­culo, moto o bicicleta se acerca por cualquiera de nuestros lados y nos avisa mediante una señal luminosa), MP3… vamos, una joya en comparación con lo que esperábamos. Os dejamos una foto:

Nuestro forfi

Nuestro 'forfi'

Y bueno, tras esta agradable sorpresa, nos dirigimos rumbo a Aarhus (o Århus), segunda ciudad más grande de Dinamarca y considerada como la ciudad más antigua de Escandinavia al datarse desde antes del 770 A. C.

Nuestra principal parada fue Den Gamle By o Ciudad Antigua en danés, que es un museo al aire libre donde han traí­do muchas casas originales desde todos los puntos de Dinamarca, reconstruyendo parte de ellas y decorando todos los interiores con el aspecto original de aquel entonces. Podemos ver desde la casa del alcalde, oficios tradicionales (carpintero, destiladores, sombrereros, panaderos, etc) e incluso una escuela, molinos y carretas de caballos recorriendo el pueblo. Ahí­ van unas cuantas de las mejores fotos (al final del post está el enlace al set completo):

Farmacia (Apotek)

Farmacia (Apotek)

Molino de agua

Molino de agua

Carro de caballos

Carro de caballos

La (gran) casa del alcalde

La (gran) casa del alcalde

Telar de lana

Telar de lana

La escuela y la casa del maestro

La escuela y la casa del maestro

Tras este largo paseo por la historia de Dinamarca, sus casas, su gente y sus utensilios tradicionales, decidimos volver a la edad contemporanea y adentrarnos en la ciudad de Aarhus, en su centro.

Lo que nos encontramos fue una ciudad con canales en la que cualquier rayo de sol era aprovechado por los daneses, eso sí­, con abrigo, aunque habí­a más de un valiente en pantaloneta corta y camiseta a pesar de estar a unos 10 grados o menos.

Como se puede ver en la siguiente foto, se unen los edificios más clásicos (a la derecha) con los más nuevos de oficinas y centros comerciales con sus grandes cristaleras. En el centro, el canal principal de la ciudad con toda la gente aprovechando los pocos rayos de sol que habí­a (a pesar del aire que corrí­a).

El centro de Aarhus

El centro de Aarhus

Y antes de terminar este post, no podemos dejarnos de lado este par de anecdotas que nos encontramos por el camino (que no será por no andar, jeje).

Lo primero que nos impactó fue ver una tienda de venta de lápidas en plena calle, con exposición permanente incluí­da, lloviese o no, muy cercano al centro, en Thorvaldsengade. La foto no tiene desperdicio y para quien no se lo crea, se ve desde Google Maps.

Tienda-exposición de lápidas en Aarhus

Tienda-exposición de lápidas en Aarhus

Y por último, suele ser complicado encontrar similitudes entre las palabras en castellano y en danés, pese a algunas coincidencias como gratis (que significa lo mismo en ambos idiomas), pero ya es mala suerte, tener este nombre como tienda de hobbies: Panduro. Menos mal que no es una panaderí­a, porque a ver quién se come su pan… sólo para migas, torrijas, etc.

Panduro Hobby

Panduro Hobby

¡Hala! Otro dí­a más y mejor.

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